11 marzo 2007

Los Turnitos de trabajo...

Domingo por la tarde y es que... me repatea las entrañas!!!, cada semana a cambiar de turno... la semana pasada de noche, mañana de tarde y la semana que viene de mañana... Tiene cojones la cosa!!!

La semana de noche, horrible. Desde el domingo, ya de mala leche, no hay quién me hable, es que estoy que salto hasta con las buenas tardes. Todo el día amorcillado y cuando llega la noche y tienes que trabajar, es cuando te entra el sueño. Cuando mi mujer come, yo desayuno, cuando ella cena, yo como, cuando ella se va a la cama, yo a trabajar... y a las siete de la mañana, cuando estás pensando solamente en tu camita, te dice el jefe que te tienes que quedar a echar horas hasta las doce. También me encanta este turno durante el verano, porque cuando mejor estás en una terracita, con tus coleguitas, tomando algo fresquito, te suena la alarma del móvil, que tienen que ir a trabajar. Lo malo es que cuando, al final de la semana, ya te estás acostumbrando, te toca cambiar de turno y empezar con el turno de tarde.
Este turno de tarde es igual de asqueroso, porque cuando llego a las doce de la noche, no tengo sueño y me pego hasta las tantas de la madrugada viendo los anuncios de teleshopping en la televisión. A la mañana siguiente, me levanto a las mil, justo para desayunar, hacer la cama, comprar el pan y empezar a hacer la comida para comer con la mujer. Después de comer, recoger rápidamente y ale, al trabajo. Cuando llego a las doce, la mujer ya está dormida, por lo que este turno es también ideal para mantener una relación estable en perfectas condiciones. Cuando ya estoy acostumbrado a acostarme a las tantas y levantarme a la hora de comer. Me toca trabajar en el turno de mañana.
El turno de mañana es el ideal, pero como antes has estado de tarde, te cuesta madrugar un montón, de hecho, el mayor índice de accidentalidad es en este turno... claro, todos estamos dormidos.
En resumen, trabajar a turnos es una maravilla. El personaje que lo inventó, debería haber conocido al que inventó la guillotina... pero antes de que se le ocurriera la feliz idea.

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